En el rincón más oculto de la fantasía, la realidad baila una danza macabra con la ficción y los recuerdos disfrutan sus días cortejando a los deseos, que juegan caprichosos por los bucólicos jardines del palacio de la esperanza. Allí todo tiene un lugar donde reposar como una gota de agua que se funde al caer en el mar. Os doy la bienvenida a un mundo donde el caos cobra armonía... esto es el mundo de Doblezero.

jueves, 7 de octubre de 2010

¡Viene el Papa!

Y los rotuladores que disipan los colores de los calendarios comienzan a correr raudos hacia las inagotables filas del INEM, tan de moda hoy en día.
Suele decirse, por endulzar las páginas de revistas y periódicos, que ningún líder político puede hacer que tanta gente dilate las telas y tense las cremalleras de sus maletas para transportar sus anhelos y esperanzas a los recovecos más ocultos del planeta. ¡Oh, cuan gran ingenio! ¡Qué gran descubrimiento! ¡Y, que supina barbaridad!
Tampoco hemos de ser ingenuos soltando de sus cadenas a la ignorancia; más bien dejemos volar la evidencia dándonos cuenta de que sí, algunos personajes públicos, especialmente los embaucadores, manipuladores, sofistas... ¡ah, que me desvío! Me ha obstaculizado el subconsciente; en fin, en especial los del mundo político, canalizan sus esfuerzos para aumentar el caudal de su fama, estancada por la seguridad del embalse de la popularidad y que, a su vez, se refuerza con el argamaso del prestigio social, engañando como un espejismo los ojos, siempre carentes de análisis crítico, de las masas sociales. Cierto, cierto... haberlos hailos, pero no son sino una supurante fístula (discúlpese esta desagradable imagen) que se desglosa como un tumor en metástasis en el gran cuerpo que forman los innumerables fieles que se congregan para el mismo fin (parece menester cambiar de tema para evitar las náuseas).
Ahora bien, tras este pequeño excursus retomemos el hilo de la cuestión para seguir tejiendo sobre aquel esbozo que antes trazábamos. Esto es, dejemos a periodistas y literatos con sus elucubraciones y caminemos hacia el horizonte para percibir con mayor claridad la verdadera realidad, la fe, que mueve a un sinfín de personas, tanto jóvenes como adultos o ancianos a congregarse en torno a un solo personaje.
Quieren hacernos entender que lo que atrae a esas “hormiguitas” hacia su gran “hormiga reina” es el poder que emana del tamaño de su influencia social o del aroma a popularidad que brota a través de los poros de la piel de los medios de comunicación. ¡Qué absurda exhortación! ¡Qué arenga más pueril! Podrían cuidarse más las palabras que se utilizarán a continuación pero, de nuevo me va a fallar el subconsciente; ¡ah, no, si lo permito no se trata de subconsciente! Bah, a lo que íbamos: quien congrega es Cristo, por quien se sacrifican los fieles es por Cristo... a quien todos desean ver es al vicario de Cristo, y no por ser vicario, sino por ser el representante de Cristo en la tierra. ¿A quién le importan las palabras de un anciano que pronto comenzará a entablar una dialéctica con el fin de sus años? ¿Quién puede admirar a un hombre que como mucho iguala en belleza al enano gruñón de Blancanieves? ¿A quién le importan las palabras de aquel que pergeñando retahílas de párrafos puede hacer llorar a las rocas? Y, sin embargo, los jóvenes admiran a ese anciano; su belleza física permanece velada tras el gran telón de la belleza intelectual; y, la fortaleza del aburrimiento es sitiada por la verdad que imprime en sus palabras.
¡Oh, no!... no iremos a Santiago de Compostela a ver a otro soporífero intelectual; tampoco queremos ver a un ídolo al que imitar (aunque bueno sería)... lo que verdaderamente queremos sentir es el candor de un simple instrumento, de un humilde canal, por el que suena la armonía siempre agradable del canto que el Espíritu Santo compone eternamente para su Pueblo.
¡Enteraos ya! El Señor nos llama y nos reúne y está en medio de nosotros. ¿Viva el Papa? ¿VIVA EL PAPA? ¡Bobadas! ¡VIVA CRISTO! ¡VIVE CRISTO! Porque solo Él es capaz de donarnos a una humilde y sencilla persona que siendo siervo de todos sea, a su vez, la persona más admirada del planeta.
¡Que engañen a otro!

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